27 de junio de 2011

Intermedio



El pasado 12 de junio se llevó a cabo, en varias ciudades de México y Latinoamerica, la llamada "Marcha de las putas". En Xalapa también se visibilizaron las demandas que se encuentran en la base de este movimiento.

Si hablamos de la circulación de contenidos culturales en Xalapa, tema de nuestros últimos post, tenemos también que hablar sobre cómo se manifiestan, se significan, los diversos grupos sociales en búsqueda de sus derechos.

Nos encontramos con un video del sitio web http://www.eldemocrata.com.mx donde dan cuenta de la pequeña pero aguerrida manifestación que se organizó en los bajos del Parque Juárez en sintonía con este movimiento.

Observando el video podemos reflexionar sobre varias esquinas del asunto: el eco de esa causa en esta capital, la convocatoria que puede tener y la forma de abordar el "no" a la violencia de género, estando las dinámicas generales de la violencia a lo bruto tan aceleradas de un tiempo a la fecha...

20 de junio de 2011

Jazz en Xalapa

Vamos a cerrar nuestro ciclo sobre la oferta (y la demanda) cultural de la capital estatal con la mirada de Laura Haddad sobre la dicotomía Xalapa / Jazz.

Laura, además de melómana (aunque acota ella el jazz no es su fuerte) es periodista y ha sido reportera cultural en los Diarios Az Xalapa y Veracruz, Noreste de Poza Rica y actualmente en Imagen de Veracruz. Hoy igualmente es colaboradora en la estación de radio por internet “Radiover”, con la producción del programa “En cortos y en letras”.


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Jazz en Xalapa
Laura Haddad

Hablar de Jazz en Xalapa es hablar de una tradición. Quienes conocen del tema afirman que tal tradición inició por los años setentas y con la participación de la Universidad Veracruzana (UV), que, a través de su alumnado, comenzó a realizar los primeros conciertos de la ciudad en espacios como el Teatro del Estado o los patios de algunas de sus facultades.

Al hablar de esta tradición del jazz en Xalapa se citan nombres como el de Guillermo Cuevas, para luego referirse al trabajo que en años recientes Edgar Dorantes lleva a cabo con JazzUV (otra vez con la participación directa de la UV).

Este texto no pretende describir o resumir la “tradición xalapeña del jazz”, sino hacer mención de la falta de espacios adecuados para el mismo, tanto en su difusión como para su disfrute, desde la perspectiva de una persona (y xalapeña) que gusta de este género, aunque quizás no sea la más experta en el tema.

En 2010, a través de la columna Intri-Gatas, publicada en el diario La Jornada Veracruz, expuse sobre la necesidad de una buena infraestructura para dar cabida a las actividades de Festivales Culturales de carácter “internacional”, que algunas instituciones y grupos independientes de la ciudad organizan en Xalapa. Entre estos Festivales -cuya continuidad y público fiel los avala, pese a no contar con el apoyo económico ni publicitario con el que sí cuenta “Cumbre Tajín”- se encuentra el Festival JazzUV.

Hay que recordar también el JazzFest, cuyo principal organizador y promotor es Javier Flores Mávil. Si bien en años recientes ha tenido como sedes otras ciudades, es en Xalapa donde se han llevado a cabo la mayor parte de emisiones del festival.

En el texto escrito para el espacio Intri-Gatas comenté que en el caso de los festivales musicales, mucho ha deslucido la participación de invitados especiales ante la falta de un buen foro para sus conciertos, dando pie a anécdotas que ya han quedado para la posteridad de quienes las atestiguaron: un micrófono que nunca sirvió e interrumpió la actuación de Eddie Gomez o los rumores de la suspensión, minutos previos al inicio del concierto que Jack DeJohnette brindó el pasado Festival JazzUV, debido a fallas en el audio; ambos incidentes causados por las pésimas condiciones de Teatro del Estado, en su Sala Grande, ahora llamada “Emilio Carballido” (y quizá, si Don Emilio viviera, no estaría muy contento de que su nombre lo lleve un recinto en mal estado, en lugar de un Teatro exclusivo para las artes escénicas de Veracruz, como más de alguna vez manifestó como necesario para la vida cultural xalapeña y veracruzana).

Además de lo anterior, los organizadores de tales festivales también han tenido que solucionar la carencia de escenarios mayormente adecuados para realizar las llamadas “Jam sessions”, con la colaboración de empresarios dueños de restaurantes, bares y cafés donde los artistas pueden convivir con su público de manera cercana y casi íntima.

En el pasado Festival JazzUV, en la prensa local se publicó la queja de un vecino de la calle de Allende, inconforme porque las sesiones de Jam, que se realizaron en al terraza de un café en dicha calle, iniciaban en la noche y culminaban en la madrugada.
Más de un xalapeño amante del jazz ha expresado que esta música ya se merece un espacio exclusivo y digno para ella, sus músicos y seguidores, en esta ciudad.

El jazz en Xalapa adolece de lo mismo que otros estilos de música: la falta de un espacio adecuado para que sus asiduos disfruten, conozcan y aprendan de él. En Xalapa roqueros, metaleros, dj’s, darketos, skatos, percusionistas, danzoneros, soneros y jazzeros, entre otros, peregrinan de antro en antro, café en café, restaurante en restaurante, plaza en plaza, calle en calle, callejón en callejón para disfrutar de su música y baile. Si bien la música y baile se puede gestar donde quiera y en el momento menos pensado, si se piensa en ambas no solo como divertimento, sino como parte de la dinámica y “oferta cultural” de cualquier ciudad, los foros son requeridos. Y más aún para los grupos independientes, ya que los institucionales siempre contarán con un espacio, adecuado o no.

Desde la gestión y las políticas culturales, la llamada “Atenas Veracruzana” no solo carece de foros, sino también requiere de una adecuada habilitación y rehabilitación de los ya existentes para programar conciertos, espectáculos dancísticos y puestas teatrales. ¿Cuántas veces la gente de teatro no se ha quejado de la falta de un escenario en la ciudad para las muchas obras que se montan anualmente?

Así pues, asegurar que Xalapa merece un recinto para el jazz, su difusión y disfrute, es una sentencia que aplica a casi todas las manifestaciones escénicas que existen en la capital veracruzana y una necesidad que se repite en cada ciudad del estado, donde sus propias manifestaciones están urgidas de espacios adecuados para preservarlas y gozarlas.

13 de junio de 2011

Intermedio


Fotografía: cortesía de Abel Zavala

Para algunos, la señora, vendedora de flores, es la estampa colorida y pintoresca que buscan para la foto de México. Y como ella todas aquellas señoras de porte de reinas y trenzas cuidadosamente peinadas que ofrecen sus mercancías arregladas con gusto y esmero: pequeñas pirámides de mandarinas, torres de tlacoyos, canastitas de huitlacoche, ramos de flores. Para otros, las señoras dan “mala imagen” a las ciudades: esa la razón alegada en Xalapa, hace algunas semanas, por los inspectores del Ayuntamiento que desalojaron y despojaron a las marchantas del mercado de la Rotonda bajo el pretexto de un supuesto programa Xalapa bella. Ante la indignación de la sociedad civil, y ante el hecho de que el actor Damián Alcázar la increpó en Twitter sobre el asunto, la alcaldesa de Xalapa, Elizabeth Morales, negó haber afirmado nunca jamás que las señoras dan mala imagen y afirmó su desconocimiento de la actuación de los inspectores –y también, evidentemente, de la de los líderes de ambulantes, quienes pasan cobrando un arbitrario “derecho de piso” de 50 pesos diarios, según les han platicado las mismas señoras a ciudadanos que se han preocupado por ir a recoger su testimonio.

¿Quién da mala imagen de Xalapa? Nos inclinamos a pensar que un Ayuntamiento que da prueba de conductas abusivas o, en el mejor de los casos, de negligente ignorancia. El mismo Ayuntamiento que no se preocupa por poner botes de basura en las calles o por resolver los demenciales problemas de tráfico que afean –y apestan– el centro de la ciudad. Las mismas autoridades quienes, en lugar de garantizar el sustento de las personas mayores más desprotegidas, las acosan en su digno trabajo y las obligan a andar arrastrando una cubeta para ofrecer sus productos, por miedo a que un inspector les incaute sus lindos y coquetos puestos.

6 de junio de 2011

La Odisea Xalapeña

Siguiendo nuestra muy subjetiva radiografía de la vida en esa extraña frontera cultural que es Xalapa -espejo y horizonte- Xóchitl Salinas nos narra lo que es vivir en busca del libro perdido: de la nostalgia de habitar una ciudad que se pensaba era un oasis de oferta cultural en provincia, a topar con el estante vacío y el librero que cree que los escritores no se reproducen desde el porfiriato...

Xochitl es comunicóloga, investigadora y promotora de la lectura y la creación literaria.

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La Odisea Xalapeña
Xóchitl Salinas Martínez


“Fui a Xalapa como quien va a Comala. Fui a Xalapa porque me dijeron que ahí se andaba quedando a vivir Sergio Pitol.” (Enrique Vila- Matas, "Lejos de Veracruz" )


La construcción
La ciudad de Xalapa ha sido conocida desde hace mucho tiempo como un lugar en donde se tiene acceso al arte y la literatura. Como sabemos, debe el título de La Atenas Veracruzana al haber sido el lugar en el cual se gestaron diversos movimientos culturales importantes no sólo para el país sino también para el mundo. Ha sido la cuna y/o residencia de intelectuales renombrados* de diversa índole, además de una buena opción para quienes están interesados en estudiar gran variedad de licenciaturas y posgrados en distintas áreas. La Capital del Estado permite, asimismo, tener al alcance bibliotecas, librerías, teatros, cines, galerías, museos, festivales, ferias de libros, cafeterías, parques, entre otros lugares en donde de manera constante, por años, se han llevado a cabo actividades recreativas.

El derrumbe
Es bien sabido que todo cambia y Xalapa no es la excepción, desde hace poco tiempo, todo lo que logró consolidar su fama de ciudad cultural se ha visto menoscabada. Muchos de los sitios destinados al acceso y disfrute de la cultura han sido cerrados o desplazados, las carteleras reducidas a las ofertas comerciales y las novedades literarias puestas a un lado por los best sellers.

Hasta hace unos pocos años atrás era común escuchar, entre los xalapeños, el haber dado un recorrido por las librerías de la ciudad y toparse con uno de esos denominados “inconseguibles”. Escuchar, dentro de alguna conversación en las cafeterías, el disfrute de leer escritores “raros” o poco conocidos en el país, sumado al goce del acceso a las primicias editoriales nacionales y extranjeras.

Así como ya no llueve todos los días en estos lares y el calor aumenta de manera considerable, el panorama literario también ha cambiado diametralmente. A tan corto tiempo la distancia es enorme. El proceso de poder conseguir un libro en los lugares en que se debería poder hacer como algo bastante sencillo se ha transformado poco menos que en una misión imposible, en donde un “no lo tenemos” se ha vuelto más común que el tenerlo a disposición. El problema es tal que, incluso, se puede encontrar un título primero en los aparadores de las grandes cadenas departamentales que en las librerías.

Es más, la situación es tan grave y constante, al grado de no sólo reconocer la falta de ejemplares, sino, hasta de negar la existencia del mismo escritor, -acusar al cliente de desconocimiento u equivoco-, cuando afuera del lugar y por varias partes de la ciudad ese muestre la cara de éste impresa en carteles anunciando su inminente llegada a la ciudad. Se ha llegado al punto de llevar a cabo presentaciones de libro en las cuales el ejemplar en cuestión “brilla por su ausencia” debido a que los encargados de traerlos para su venta reportan simplemente que “no llegaron”.

Varias veces he tenido la experiencia de alguna de estas odiseas personales, como en septiembre del año pasado, cuando recorrí, una a una, todas las librerías buscando Necrópolis de Santiago Gamboa. En todas, sin diferencia alguna, obtuve como respuesta “no lo tenemos”; sin embargo, en una en particular, el encargado se atrevió a decirme que me equivocaba, que el escritor se llamaba Federico y no Santiago, puesto que Santiago Gamboa no existía, mientras que el primero era el autor de Santa.

Ante mi insistencia en el nombre, no sólo se enojó sino que pensaba “demostrarme” mi error e ignorancia; a lo que yo, como respuesta, lo invité a salir y le mostré un cartel que tenía una foto de Santiago anunciando un curso que duraría varias semanas en la Facultad de Letras de la UV. Se ruborizó. Como remate, saqué mi calendario de actividades de la FILU para que viera con sus propios ojos como los escritores “inexistentes” también presentan sus libros ahí. Por cierto, llegando la fecha en cuestión, se presentó el libro antes referido, sin que hubiera ejemplares a la venta, percatándome de las pocas personas que contábamos con el ejemplar, me dediqué a preguntarles como lo habían obtenido y coincidió que todos lo conseguimos en la ciudad de México.

Memoria del esplendor
A pesar del panorama, no todo está perdido. Se puede reformular de nuevo la situación y volver a generar oportunidades para que los Xalapeños cuenten nuevamente con una amplia gama de posibilidades para su esparcimiento. Retomar los espacios existentes, utilizar escenarios para invitar a escritores, volver de verdad internacional la feria del libro universitario, acudir a las librerías para pedir que traigan materiales interesantes, poder contar de nuevo con las primicias editoriales y volver a gestar ese ambiente por la que la ciudad es conocida hasta la actualidad como La Atenas Veracruzana.

*Destaca el escritor Sergio Pitol, Premio Cervantes 2005, quién actualmente vive en Xalapa y en cuya obra recrea dentro de su universo literario a la ciudad.