25 de septiembre de 2013

El son jarocho como patrimonio... ¿a la lista de la UNESCO? IV

POR PROBLEMAS TÉCNICOS CON NUESTRA PÁGINA, ESTE POST SE PUBLICÓ HASTA EL MARTES 24 Y NO EL LUNES 23 COMO HUBIERA SIDO LO NORMAL. PEDIMOS DISCULPAS POR EL RETRASO.


Seguimos...

De semana en semana, de evento en evento marcado por el calendario cultural de Veracruz, se habla cada vez más de la candidatura del son jarocho y el fandango para integrar la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO (aunque por ahí digan que es la "Lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad" quitándole lo de Inmaterial y confundiéndola con la que censa el patrimonio material conocida como la lista del Patrimonio de la Humanidad o Patrimonio Mundial). 

Se insiste en que se está consultando a los creadores y portadores de la fiesta. 
Esperamos que esta consulta vaya de la mano de un proceso reflexivo sobre lo que implica esta candidatura. 

Como hemos venido haciendo desde hace semanas, nosotros agregamos otro granito de arena a esta reflexión, esperando que nuestra aportación tenga algún eco... 

Esta semana toca explorar la segunda pregunta que nos hicimos en torno a este tema: ¿Por qué el Son Jarocho es considerado para integrar la Lista Representativa del PCI?

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Cinco preguntas sobre la nominación del Son Jarocho a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO: 
2. ¿Por qué el Son Jarocho es considerado para integrar la Lista Representativa del PCI?

Ishtar Cardona 






Lo mencionamos al listar las preguntas que nos ayudarían a analizar nuestro tema:
Al estudiar la historia del Son Jarocho nos damos cuenta de cómo una práctica con raíces históricas, contenida en un espacio cultural delimitado, se expande más allá de sus referentes. Mutando, adaptándose, el son ha logrado una vitalidad que surge del núcleo mismo de la comunidad. Compleja, la tradición ha adoptado formas que por lo menos hasta el momento no han diluido los elementos básicos del género. La creatividad de los actores del son actual y los cuestionamientos que se han formulado han fortalecido una música que, desenraizada, perdía poco a poco su sentido social. Al recuperar su sentido comunitario, el son jarocho se proyecta como una práctica viva, tal cual considera la UNESCO al PCI. 

Es decir, ha sido el proceso de los últimos años, llamado por algunos proceso de rescate, por otros un recentrar la práctica en la comunidad, por algunos más movimiento jaranero, lo que ha resignificado al son jarocho como una tradición viva, manifestando eso que la UNESCO considera caracterísiticas del PCI: Tradicional, contemporáneo y viviente a un mismo tiempo, Integrador, Representativo y Basado en la comunidad. 

Como ya se ha mencionado en otros textos de esta misma serie, desde los años setenta   algunos músicos e investigadores cuestionan la apropiación, la patrimonialización que el Estado Nacional ha operado sobre algunas prácticas tradicionales locales, entre ellas el Son Jarocho, "proponiéndose 'rescatar' la auténtica tradición musical, menguada en su zona de origen y poco reproducida al interior de las comunidades, contrariamente a lo que ocurría en los centros urbanos, donde bajo su aspecto folklórico se enseñaba, se presentaba y se consumía."

Posteriormente, este proceso de complejizará al cuestionarse los límites y alcances de la misma tradición: "A partir de los años noventa, el Movimiento Jaranero se expande, pero este crecimiento va de la mano de un aumento en la complejidad del sistema de acción: los actores del movimiento se dan cuenta de la dinamización de la carga simbólica en el seno de la práctica musical provocada por sí misma: hacer son jarocho no puede significar la imitación de la música hecha en los fandangos de antaño, pues de ella se ha perdido casi toda traza… Además, los jarochos actuales han crecido escuchando otras sonoridades de las cuales también abreva su modo de concebir ritmos y melodías. Por otra parte, la presencia de músicos extranjeros a la región que se integran a las experiencias nacidas de esta nueva etapa de la música sotaventina, provoca que se replanteen los límites de lo 'jarocho' (...) Actualmente, el movimiento trata de administrar su práctica y de forjar una estética propia con base en la cultura regional. Sin embargo, esto se torna complicado dado el contexto presente en el que los reencuentros favorecen la experimentación, y el mercado deviene realidad ineluctable para todos aquellos que pretenden hacer de la música una forma de vida y una actividad de reproducción material."

El Son Jarocho experimenta entonces un reposicionamiento, una visibilización significante, un proceso de debate sobre su práctica, una recontextualización de sus códigos de representación, una dinamización de su ejercicio... Todo lo que según la UNESCO lo vuelve Patrimonio Vivo.

Si seguimos esta línea de pensamiento, ha sido entonces la acción ejercida en los últimos años por los colectivos de músicos y promotores culturales lo que vuelve candidateable al son de cara a la Lista. 

Lo que resulta paradójico es el hecho de que el proceso que ha revitalizado el son, proceso generado por actores independientes, promotores comunitarios, que han producido estrategias complejas de simbiosis y crítica frente al Estado, ahora sea susceptible de reinstitucionalizarse a través de un mecanismo internacional de buena voluntad. 

Como lo mencionamos en la entrega pasada, es al nivel de la comprensión y de la aplicación de los principios de la UNESCO y de los programas a nivel nacional / local donde se genera confusión y en el peor de los casos, mera instrumentación...

Si lo que ocurre con los elementos de la Lista a nivel nacional es un acuerdo entre detentores del Patrimonio y Administración Local para su preservación, el riesgo que se corre es el de generar mecanismos de control de la práctica por parte de las mismas autoridades. Verbigracia, a través de los eventuales programas de apoyo que se proyecten, administrar la entrada de quienes se designen -desde las instituciones de gobierno- como "verdaderos músicos tradicionales". Sí, uno de los riesgos es producir una denominación de origen que potencialmente excluya a quienes no se integren al canon, sea este el que se pacte según las necesidades del contexto. 

Es decir, lo que fortaleció la práctica del son jarocho en los últimos años puede ser lo que lo instrumente en beneficio de unos cuantos, lo patrimonialice en el peor sentido de la palabra, refolklorizándolo, museificándolo...

Esto respecto al son jarocho que se ha manifestado con fuerza en los últimos años, el son que abreva de una aparente raíz mestizada, el que se toca del Sotavento al Istmo pasando por los Tuxtlas. Ahora bien, como sabemos el Son Jarocho, si bien presenta un frente formal aparentemente homogéneo (mismo repertorio, canon de afinaciones, instrumentario regular, repertorio de bailes más o menos uniforme), contiene en sí mismo una diversidad de tonos, de afinaciones, de danzas que la reactivación de su práctica a partir de los años ochenta ha ocultado, aun sin querer. 

Existe el son jarocho de raíz más indígena, el son más ligado al universo nahua-popoluca, el son que se toca distinto, el de Soteapan y Hueyapan. Un tipo de son que sí está en riesgo, que merecería sí ser atendido desde las políticas de salvaguarda propuestas por la misma UNESCO. Sin embargo, no ha sido la voluntad del Gobierno Federal, ni del Gobierno Estatal presentar candidaturas a la Lista de Salvaguarda Urgente del PCI. El único esfuerzo que se ha hecho desde las instituciones por visibilizarlo ha sido la grabación del disco "Sones de Muertos y Aparecidos" producido en el 2000 por el CONACULTA a través de la Dirección General de Culturas Populares y el Programa Nacional de Apoyo a la Música Popular, bajo la investigación y coordinación de Alfredo Delgado Calderón.

Y aquí volvemos a los quemencionábamos en el post anterior de esta serie: ¿No será que la Lista Representativa del PCI es meramente vista como una estrellita en la frente que puede -en todo caso- generar turismo? ¿El Estado Mexicano tendrá vergüenza de reconocer que existen prácticas que no han sido miradas por las instituciones? ¿Seguiremos operando el viejo código de honor nacional en el que la Cultura Nacional es uno de nuestros tesoros y por lo tanto no admitimos que hay tradiciones que desaparecen?

Por supuesto que el Son Jarocho merece ser llamado Patrimonio Cultural Intangible. Pero en términos de lo que significa el programa de salvaguarda de la UNESCO, ¿le hará falta este apoyo a una práctica que se ha resignificado y sostenido a sí misma durante los útlimos años? ¿Que se ha fortalecido sin la intervención directa de programas gubernamentales?

¿No sería más necesario voltear a ver a las prácticas más localizadas, mucho más regionalizadas que han sido descuidadas, no tomadas en cuenta de forma precisa?

¿Será el Son Jarocho en general quien tenga que estar en la lista? ¿Será la Lista Representativa la más adecuada para salvaguardar el patrimonio inmaterial ligado al son?


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